Serían cerca de las 10 de la noche del Jueves Santo de 1665, cuando retumbó con fuerza la puerta del hogar de Ana Carretero esposa de Melchor de Posadas. Ella abrió la puerta con premura y precaución, y pudo ver entre sombras a Juan de Luxan Frías (un viudo de 37 años) que le dijo que mandara a su marido a por su sobrina Ana Carretero (25 años de edad), y la llevara a la ermita de San Roque junto al camino de Buenache con la intención de fugarse con ella.
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Ermita de San Roque en Tebar. Autor MaLópez en https://commons.wikimedia.org/wiki/File:T%C3%A9bar,_Ermita_de_San_Roque.jpg. |
La tía cumplió su papel de "celestina" ya que estaba al corriente de ese amor, y fue a dar aviso a su sobrina que con el consentimiento de sus padres marchó a encontrarse con su amado para fugarse a casar a Buenache de Alarcón. Unos días más tarde, y cuando ya se habían hecho amonestaciones en la iglesia de Buenache, apareció en aquella villa el hermano mayor del novio, Pedro de Luxan, que por aquel entonces era alcalde ordinario de Tébar junto con sus cuñados, Pedro de Ochoa y Gabriel Jareño, y además les acompañaba Gabriel de Luxán, su primo hermano, y el alcalde ordinario de Buenache Pedro de Roxas junto con otros alguaciles. Entrando a la fuerza en la casa encontraron amancebados a Ana y Juan. La comitiva a la cabeza del alcalde Roxas inició un expediente de amancebamiento y obligó a que todos regresaran a Tébar.
Pasado el verano, Ana Carretera, que era hija de María Carretera y Gaspar Escribano, presentó una demanda por falta de cumplimiento de palabra de matrimonio contra Juan de Luxán ante el obispado de Cuenca. Enterado de ésto, el colérico Pedro de Luxán en compañía de su hermano o más bien arrastrando a su hermano, entró a las 10 de la mañana el día de Santa Catalina, 25 de noviembre, a casa de los padres de Ana Carretera. Juan se quedó en la puerta de aquella casa, y Pedro penetró en ella encontrando a Ana con su madre María y su hermana llamada también María. La reunión entre aquellas personas rápidamente pasó a discusión, y las voces pasaron a gritos e insultos. Tras estos hechos, a Ana Carretera se la vió con dos heridas en la cabeza, y a María, su madre, con un corte en una mano.
Denunciados los hechos por el padre de Ana, se comenzó unas averiguaciones que empezaron el 18 de diciembre extendiéndose hasta el 2 de enero, siendo el comisionado el Ldo. Gaspar de Rojas, cura de Tébar, el cual citó a diferentes testigos a declarar, como Magdalena Pérez, Francisca de Ortega, María Capilla, Gaspar Escribano (hermano de la víctima), Martín Rubio, Juan Rubio Paños (cirujano de la villa), María de Pareja, Gregorio Fernández y otros.
Los diferentes testigos declararon que escucharon voces en el patio de María Carretera, y que cuando salieron a la calle vieron a Ana Carretera de la mano de Hilario López Valero, y en su cercanía al alcalde Sebastián de Montoya Vizcarra (yerno de Diego de Lorca Figueroa, alcaide de Alarcón), ambos enemigos de Pedro de Luxán como había quedado demostrado en el proceso inquisitorial contra Pedro promovido por los otros. Sebastián hizo que las dos mujeres fueran vistas por el cirujano Juan Rubio Paños que certificó que la Ana presentaba dos golpes, uno en la sien izquierda y otro en el hueso coronario, mientras que su madre tenía un corte en una mano. Ningún testigo declaró ver a los hermanos Luxán en aquella casa, excepto la abuela de Ana, que dijo verlos andar por la plaza, cuando acudió a los gritos, y su hermano, que declaró verlos al entrar a su casa cuando él salía a por una brazada de leña a casa de su abuela.
En Febrero de 1666, Gaspar Escribano solicita a la Cámara que se realicen nuevas averiguaciones, ya que el comisionado Gaspar de Roxas (cura de Santo Domingo de Alarcón) fue cuñado de Pedro al haber estado éste casado con su hermana, y por lo tanto, no era imparcial, y que ya lo había avisado cuando se realizaron las averiguaciones dentro del proceso de falta de palabra matrimonial de su hermano en octubre de 1665, momento que aprovechó Pedro para ausentarse de la villa, marchando a Escalona a pretender una vara de alcalde a la cual tenía derecho. Además, informa que estaba siendo perseguido por Pedro de Luxán, que había tenido acceso a la vara de alcalde en Tébar, y le había embargado un aca y un pollino. La súplica fue concedida, y se empezaron nuevas averiguaciones bajo la mano del cura Villanueva, que era presbítero de Tébar. Además, se dictó que los Luxán estuvieran durante ese tiempo de las averiguaciones fuera de la villa (a dos leguas como mínimo) para no influir en los testigos.
El escribano de la Villa que acompañaba a los comisionados era Miguel Fernández, enemistado con Pedro de Luxán desde 1657, ya que fue él, el que denunció a Pedro a la inquisición. Se volvió a entrevistar a los testigos que ratificaron sus declaraciones, y se introdujeron las declaraciones de Ana Carretero y otros vecinos. Terminado el periodo de averiguaciones, Gaspar Escribano solicita a la Audiencia que obligue al escribano y al comisionado Villanueva a que le entreguen los papeles del expediente en sobre cerrado y lacrado, ya que les había pagado y éstos no le habían entregado nada.
Durante este tiempo, se citó a declarar a los hermanos Luxán, que contaban con la experiencia previa del expediente contra Pedro, que dio injustamente con sus huesos en la cárcel durante un año. Así utilizaron mil ardides para no presentarse, hasta que en agosto se encomendó la tarea al Licenciado Bartolomé Monteagudo, cura de Valverde y notario de la Inquisición de Cuenca. Pedro se libró de la cárcel al alegar que contra él había un caso que no entraba dentro de la justicia eclesiástica, y que él era lego, pero a Juan no le sirvió, y fue llevado a ser encarcelado a un monasterio en Cuenca. Declaró ante la Audiencia el 7 de agosto, negando toda acusación y achacando su presencia en Buenache a que se ofreció a llevar a Ana para que no fuera sola, y que nunca le dio palabra de matrimonio.
Unos días más tarde, ya en el mes de septiembre, fue imposible ocultar por la familia Escribano Carretera el embarazo de Ana, y ésta a requerimiento de la Audiencia de Cuenca declaró, ante el escribano de Tébar, que estaba embarazada de al menos 6 meses, y que el padre no era Juan de Luxán, aunque sí que conocía carnalmente a Juan. Este hecho acelera los acontecimientos, y el 17 de septiembre el Provisor General y canónigo de la catedral de Cuenca, solicita a la Audiencia que en su primera vista proceda a excarcelar a Juan y dicte sentencia a la vista de lo declarado por Ana.
Al mes siguiente, el 14 de octubre se dicta sentencia que condena a pagar a Pedro 2.000 maravedís, y a Juan otros 1.000, que se destinarán a gastos del proceso en la Cámara. Además, advierten a Pedro que no impida ninguna boda en el futuro, y a Juan que se case con Ana si lo desea. Y a los dos, se les recordó que no persiguieran a los testigos tras el juicio.
AUTORES
Sebastián Hernández de Luján.
Juliana Toledo Algarra.
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